miércoles, 30 de marzo de 2011

EL TRAGALUZ DEL INFINITO

     Es hora de explicar por qué este blog sobre cine lleva este título. Pertenece al libro de cine que más me ha gustado leer y con el que más he disfrutado.

    
     Fue escrito por Noel Burch en 1981 y yo recuerdo que lo leí por primera vez en el invierno de 1991 y digo por primera vez, porque desde entonces han seguido muchas relecturas.

    Según explica el autor, el título hace referencia al pequeño rectángulo por el que sale la luz del proyector en una sala cinematográfica. Ése es el tragaluz del infinito, un lugar destinado a que salga una luz, pero que, a la vez, es capaz de transportarnos a otros mundos. No se podía expresar de forma más poética para los que amamos el cine, ese pequeño rectángulo es nuestro agujero en el árbol hacia el país de las maravillas. Y ya sabes lo que opinaba Truffaut: "el que ama el cine, ama la vida" (otro día hablaremos de otro gran libro de cine, aquel que transcribe la entrevista de Truffaut a Hitchcock).

     Después de ese gran título, el libro de Burch no decepciona, trata de por qué el lenguaje cinematográfico, tal y como lo conocemos hoy, evolucionó desde el cine mudo primitivo primero en EE.UU y no lo hizo ni en Francia ni en Gran Bretaña, donde la industria cinematográfica estaba a la par en aquella época.

     La mirada del autor se fija en los orígenes del cine, en el momento en que se fija su lenguaje al que hoy estamos acostumbrados: planos, secuencias, fundidos, montaje paralelo, etc. Y es capaz de explicar por qué todo esto surge en EE.UU de la mano de Porter y de Griffith y no en otro lugar del mundo ni de otra forma. Él no hablaba de lenguaje cinematográfico, sino de modo de representación y diferenciaba entre el modo de representación primitivo (M.R.P.) y modo de representación institucional (M.R.I.), que es el que termina por imponerse hacia 1915 hasta nuestros días.

     En definitiva, tenían que inventar las formas para contar una historia mediante imágenes en movimento y todo esto era tan novedoso que hay quien asegura que una persona del año 1900 sería incapaz de entender una película cualquiera de la actualidad, porque no tendría los códigos para descodificar ese lenguaje. Sería incapaz, por ejemplo de entender el raccord o los cambios entre secuencias, es decir, la elipsis cinematográfica.

     Otro día, otro libro y el próximo comentario algo más ligero: "Resident evil 4".

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